12 jul 2012

Córdoba City. 2007 /6779/dsc03841r.-



Hit it hard /
You can break my heart /
You can break my ear /
but You can't break my arm. /
Hit it. /
Hit it hard. /
Hit it fucking hard. /
Like your Dad hit your Mom. /
Hit it /
It's all for you.





Me criaron en Alabama. Entre Castelar y San Antonio de Padua. De la misma forma que lo hicieron todos mis vecinos. Tuve casi 54 abuelos, de los cuales con 15 hablaba de forma regular, entre semanas. Como era costumbre mis hermanas dormían desnudas, peludas, un asco. Mi hermano dormía siempre con mujeres, like always. Y mi mamá y mi papá dormían en camas separadas. Yo no dormía. fue difícil al principio, pero después de 8 años sin dormir, me acostumbré. Cuando desarrollé las técnicas exactas para no dormir, ¡Bum! Apareció una pieza, pero eso fue como a los 12, creo.

Eramos una familia feliz, mi papá no le hablaba a mi mamá y a veces ella se iba a dormir a otras casas. Mis hermanas ansiaban penes que les inyectaran dinero para salir del barrio y mi hermano fue el único que supo realmente cómo salir. Quedándose.

Y yo... yo no soy la parte interesante de la historia. Pero por ejemplo uno de mis abuelos (Ángel o Gallego, según el amor de quien lo nombrara) tenía un cactus en su jardín. Yo dormía ahí, para que no me jodan, vió? Sí, sé que es difícil de explicar, pero yo dormía ahí. No sé como lo hacía, tenia 4 o 8 años y dormía entre cactus. Nadie me podía sacar si yo no quería salir. Creo que es la definición exacta de refugio esa.

Después fui creciendo, conociendo el barrio y bueno. Tenía muchas casas para irme a dormir. No solo mis tíos que seguían teniendo Kiosko. Sino mi abuelo Adolfo que me enseñaba astronomía y literatura. Ojalá supiera su apellido. O Catalano, O No sé. Ese señor con anteojos de marco oscuro y grueso, Bonardi, que me regalaba caramelos media hora. O el de rejas verdes de las cuales trepaba como un loco y pasaba de lado a lado. El me regalaba flores y pastillas. Cuantos abuelos... Había uno que apareció como cuando tenía 10 años y era boxeador, y se llamaba igual que yo o parecido. Le gustaban mucho las mujeres y me enseñó las cosas que sé y que solo enseño de forma oral. Para mantener cierta tradición. Disculpas a los lectores de Kazakhstan y República de Tuva. Ya saldrán libros hablando del tantra criollo en su idioma.

Después fui trasplantado. Algunos abuelos fueron muriendo, durante toda mi vida. Había abuelos que me duraban un año otros no sé... 10, 5. Mi abuela biológica duró bastante. Llegó a los 92 años, a base de dormir los últimos 20 y putear de vez en cuando. Los otros abuelos míos vivían en el geriátrico frente a casa o en sus alrededores. 



Mi abuelo Conde me enseñó el arte del ajedrez y la sidra. El tomaba sidra todo el año, todo el año. Y le gustaban las cosas dulces, los merengues, los chocolates y las monedas viejas, la numismática. El enterraba monedas por todos sus jardines y se divertía tomando sidra y practicando ajedrez solo mientras me ponía a buscarlas. Y tenía... pfff. Más de cien de tarros llenos de monedas. Y criaba gallinas, tenia gallinas bataraza, blancas pero también tenía pigmeas, con sus gallitos. Dormían todos en una escalera en un garage que estuvo sin autos durante 30 años. Tenía un Gallo hermoso, gigante. Blanquisimo con una cresta roja enorme. Sus espuelas querido lector eran del tamaño de los dedos de quien escribe esto, en todas sus edades. Contaba mi abuelo Conde una historia sobre como ese Gallo abrió todo el brazo de una persona que entró en el corral. Ambulancia, sangre, fue jodido eso. Yo no entraba al Corral si mi abuelo no lo hacía primero y encerraba al gallo antes. Además, el gallo no estaba suelto siempre. Tenía su propio espacio, pero bueno, a veces se necesitaban sus servicios y se lo dejaba una semana garchando gallinas sin parar.

Ese gallo, fue el primer animal que admiré y me hizo sentir miedo. En casa tenia a mi hermano pegandole a mi vieja, pero no le tenía miedo. Tenía el cactus y un montón de abuelos para irme a la casa de ellos. Además mi viejo fue como un abuelo para mí también. Se le ocurrió concebirme a sus 42 años. En fin, no me interesa. Mi hermano gustaba de pegarle a mujeres y yo todavía no tengo planes públicos de ser una.





Mi abuelo Adolfo, vivía en frente. No como el abuelo Conde a quien tenía que visitar en auto. Con mi abuelo Adolfo pasaba tardes y tardes enteras. Salíamos al anochecer a buscar el lucero del alba (venus) y después formábamos constelaciones criollas. Como Las Tres Marías (Orion's Belt) o la cruz del sur, que siempre anda moviéndose. Con esas simples constelaciones me olvidé de los relojes y aprendí a leer el cielo antes que las agujas. De hecho aprendí la hora de los relojes digitales. 24hs. También gustaba mucho de la literatura, así que cuando había sol, íbamos al jardín rodeado de nísperos y me leía. Y cuando comenzó a sentir molestias en la vista, ahí empezó la verdadera literatura. La que inventaba él. Era genial. Podía hablarme de Caballos y de Constelaciones al mismo tiempo. Toda la vida busqué gente capaz de contarme cosas cómo él. Por eso terminé en lugares como éste. Pero el dulce recuerdo de la niñez y el contexto que daban los nísperos y el sol naranja atravesando el verde cielo que formaban sus parras qué el transformaba con raros artilugios en grapa.

La grapa que me daba a veces, cuando hacía mucho frío y me mandaba a dormir a casa. Tal vez porque ya estaba cansado él también, de estar tomando grapa toda la tarde contándome cuentos. Que casa maravillosa. Esa casa por ejemplo no tenía olor a viejo. No sé si entienden de que voy. Pero traten un poco, recuerden los olores de las casas de sus tías, o de los viejos que no querían tanto. Ese olor un poco rancio... La casa de mi abuelo Adolfo no tenía esos olores. Siempre había notas amarillas en el aire, cítricos y uva. La casa de mi abuelo Conde tenia olores más cercanos a la tierra, ya sea porque siempre estaba desenterrando monedas en sus jardines llenos, colmados, de flores o por los chocolates que comíamos todos los días. La casa de mi abuelo Bonardi era más tradicional, sin frutos, con un jardín pequeño. De estilo colonial con tejas, pero no más que eso. Limpia, siempre. Olores a Lavanda. Pero no era mi favorita. Empecé a ir con ellos (eran una pareja de abuelitos, casi sin hijos) cuando murió mi abuelo Adolfo, La pareja eran vecinos/amigos de Adolfo. Para ese entonces mi papá estaba peleado con él, así que yo no estuve con mi abuelo Adolfo sus últimos meses de vida.. Repartí esos días en la casa de mi Abuelo Catalano, los Bonardi, el Gallego o mis tios. Después de un tiempo la casa de Catalano con rejas verdes se transformó una fabrica de Calesitas y Arcades.  Catalano había muerto o se había mudado, depende el adulto que me contase la verdad.


¡Oh! si no fuera porque mis viejos vivían puteando y durmiendo en casas al azar, mi hermano pegando a cualquier mujer que encontrase incluso a su madre y las hermanitas que me tocaron que solo fueron capaces de subsistir en base al dinero inyectado por penes mas o menos monógamos... habría tenido una linda infancia. Pero bué, ellos tenían derecho a hacer su propia experiencia y convertir una hermosa vida llena de sol y flores en algo rancio, viejo y gris. Lleno de monotonía, vergüenza y responsabilidades idiotas.

Como tener la responsabilidad de educar a tu propia madre. No los culpo por eso. Si yo habría nacido primero otra sería la historia, pero me tocó ser el budín de pan, como me decía amorosamente mi padre. "Te hice para no tirar la leche"

Que bueno que pude refugiarme con mis abuelos, a pesar de haber tenido solo uno "biológico". Pienso que esa es la importante razón de porque odio el concepto tradicional de familia. Y que las personas pertenecen a la comunidad y no a sus progenitores.

Claro que estoy equivocado o no, eso depende de quien cuente la verdad.




1 comentario:

Anónimo dijo...

entro despues de dos meses 'para ver si este pajero escribio algo nuevo' y encuentro 3 entradas nuevas.









:)